Niños llegando a clase el primer día de curso. EFE/Archivo

València, 15 sep (EFE).- Crear una rutina con momentos para intercambiar impresiones sobre cómo ha ido el día con los menores sirve para detectar y poder atajar la ansiedad fuera de lo normal que se puede generar en los niños en los días previos a la vuelta al cole y en los primeros días del inicio del curso y evitar, así, que pueda derivar en un trastorno más grave.

Así lo recomienda el psicólogo clínico infantil y asesor de la junta de gobierno del Colegio Oficial de Psicólogos de Valencia, Francisco Conesa, quien en una entrevista con EFE reconoce que tras la pandemia las consultas de psicología infantil en niños y adolescentes por ansiedad al inicio del curso han aumentado entre un 30 y 35 %, tanto en el sistema público como a nivel privado.

De la misma forma, el presidente del Colegio Oficial de Pedagogos y Psicopedagogos de la Comunidad Valenciana, Enrique Castillejo, asegura a EFE que «hacer partícipes a los menores en lo que ocurre los días previos a la vuelta al cole atenúa su ansiedad».

Adaptarse progresivamente a los cambios

Según Conesa, los niños sufren «el mismo efecto» que los adultos al volver al colegio -como también les pasa cuando empiezan las vacaciones tras el curso-, pero los menores «tienen otros medios para demostrar sus emociones» y hay que «adaptarse de forma progresiva para que la transición sea cómoda».

«La ansiedad en niños frente a determinadas situaciones es normal. Sirve para estar alerta y es la parte buena para afrontar el día a día; el problema es cuando se hace frecuente e interfiere en lo cotidiano», afirma.

Y es que mientras los adultos pueden expresar y verbalizar que algo le preocupa y se les puede ayudar, «los niños no tienen adquirido ese nivel de expresión y eso se manifiesta con cambios conductuales».

«Si decir que les duele la barriga o la cabeza o no quieren ir al cole deja de ser algo puntual para ser diario, podemos entender que hay alguna situación que provoca miedo, temor o ansiedad», remarca Conesa.

Asegura que si los cambios alimentarios o alteración de los hábitos de sueño -despertar prematuro, pesadillas o atención expresa al ir a dormir que antes no se requerían- se alargan en el tiempo, «es un síntoma que requiere atención».

Castillejo incide en que los niños responden a la vuelta al cole «exactamente igual» que los adultos al retomar el trabajo con el síndrome postvacacional», y recuerda el cuerpo humano necesita una «adaptación al medio» tras un periodo de descanso.

«Se pasa en junio de 100 a 0 y en septiembre de 0 a 100», alerta para añadir que eso supone «un cambio brusco que puede generar ansiedad y dificultades para adaptarse a las nuevas rutinas, sueño y comidas».

«Es todo un cambio más brusco -horarios de sueño y de comidas, rutinas escolares- y las consecuencias puedes ser el estrés y cierta ansiedad, hay que adaptarse», subraya para aconsejar «no caer en el tremendismo, pero sí tener un poco de ojo».

Estrategia conjunta: ¿qué hay detrás de la ansiedad?

«Es momento de elaborar una estrategia», afirma Conesa, para quien los orientadores del colegio (psicólogos, pedagogos y psicopedagogos) son «la primera barrera que puede advertir si es necesario trasladar el caso a un psicólogo clínico».

Si se detecta un trastorno de ansiedad, hay que trabajar en conjunto: «No solo el profesional con el niño, también con los padres y con el equipo educativo de referencia y los psicólogos del colegio».

La estrategia se basa en aprender a identificar qué hay detrás de la ansiedad, que es una emoción. «Los pensamientos negativos hacen que se genere la emoción y el cambio de conducta, y se tiene que realizar un trabajo con padres y profesores para acostumbrar a los niños a la incertidumbre, a que no todo en la vida sale bien», recuerda.

«No es la idea tradicional de llevar niño a la consulta. Hay que trabajar con todo el contexto circundante como los padres, que puede que tengan que cambiar su actitud porque si son muy nerviosos el niño tiende a observar y copiar lo que hacen ellos; que los menores vean modelos de gestión de las emociones no excesivamente exagerados para modular su respuesta», según el experto.

Y es que la ansiedad «no desaparece en su totalidad porque no interesa», según Conesa, pero sí «hay que mantenerla en niveles mínimos para poder gestionarla y que no eleve su intensidad ni interfiera en la vida diaria», pues si no se trata, el agotamiento emocional pasa a la depresión.

Recomendaciones: una rutina de intercambio de impresiones

Conesa expone que para prevenir la ansiedad que se genera en los primeros momentos de la vuelta al cole hay que «buscar momentos para hablar con los hijos e intercambiar impresiones de cómo ha ido el día en el colegio, si les ha molestado algo o les preocupa y generar una rutina».

«Eso en general ayuda a identificar si hay alguna situación preocupante. Intercambiar impresiones ayuda a dejar la ansiedad en niveles razonables y sirve como modelo para los hijos y poder detectar si sufren niveles de ansiedad alto», valora.

A juicio del psicólogo, este es «un trabajo continuo» pero especialmente en «estos momentos críticos de inicio y vuelta al cole» tras las vacaciones.

Por su parte, el pedagogo recomienda «empezar lentamente el aterrizaje al nuevo curso» y para ello ve «primordial» hablar con ellos, pues «hacerlos partícipes es la clave del éxito».

En estos primeros días de colegio, apunta, «hay que estar atentos a ciertos indicios en edades tempranas, el nerviosismo, la dificultad para dormir o la pérdida de apetito; hay que ir sacando el tema pero sin que parezca un interrogatorio» y «hacer dulce un momento amargo».

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